jueves, 14 de julio de 2011

El camino de vuelta a casa que regresa desde Oz.

Vigas rotas se asientan muy despacio en  la casa que voló tras el tornado.Respiras al bajar los escalones que te separan de lo desconocido que se observa ante tus pies.
 Solo para algunos el mundo grita su nombre confiscado entre las nubes. Buscas el tuyo pero hace tiempo que por fin reconoces que se lo llevó el viento, cuándo recordaste tu condición humana, cuándo los chapines de charol…se partieron en dos.

Pero este recorrido nunca acabará, las baldosas amarillas no terminarán. Tú has decidido que las quieres pisar, pues a Oz te llevarían o a quien sabe a dónde irán. Cárgate con tus memorias, de hojalata y nada más, cárgate con el valor, que jamás tendrás, y aunque veas cicatrices que no te dejen continuar, descubrirás que son las únicas que no se pueden sanar, que con las que respiras y que solo por ellas aún despacio consigues transitar.

Aplastas el suelo con desdén, miras a los ojos de la gente, caminas a su par, bromeas, cantas, corres libre, ves preguntas en al mundo del porque de tu locura, de tu felicidad…aún escondiendo la cruda realidad, tu careta de verdad.
Gris oscuro casi negro ocupa el rostro ensombrecido, oscurece los ojos…oscurece la piel y aparecen las arrugas que son surcos del ayer. Solo algo resplandece entre tanta oscuridad, son las gotas que destiñen, que se desploman sin más…cuando escuchan a lo lejos la dulce brisa soplar, las palabras de esos labios que se alejan al pasar…

Aún con cruces de caminos que te hagan divagar, llenando de fuego lo que nunca dejará de sangrar…
Buscarás el cerebro que permita pensar, un nuevo corazón con el que puedas volar y el valor que necesitas para poder mirar atrás…Y al finalmente  como Dorothy, solo vas a despertar y el camino a casa, volverás a  encontrar.

Sigue el camino de baldosas amarillas...



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