domingo, 6 de noviembre de 2011

El equilibrio de los cristales rotos

Observaba como delicadamente el líquido que reposaba sobre el vaso que sostenía volvía a estar en equilibrio tras un ligero movimiento circular de muñeca. El hilo musical de la radio pasó a ser parte de la neblina que rodeaba la sala, dejando toda su nitidez fuera de combate.  Ella se encontraba al otro lado de la sala jugueteando con el último pedazo de carne que le quedaba en el plato a la vez que parloteaba sobre alguno de los tantos temas banales que las personas empleaban cada día.

 La miro. No sabía cómo había llegado hasta ese momento y solo pensaba en cómo había comenzado aquella historia. Antes de todo, siempre deseó controlar su existencia y predecir los episodios de su vida a partir de deseos y esperanzas. Nunca habría sabido hallar la explicación de  aquello, pero iba más allá de lo que nadie nada más que él podría comprender. No había hecho más que pasar el tiempo mientras malgastó horas replanteándose que camino escoger  y aspirando a encontrar esa ligera sensación de felicidad y plenitud que sólo la parte racional de su mente conseguía proporcionarle…

Tony, ¿me estás escuchando?-  De repente, Tras la sencilla pero estrepitosa premisa, el vaso cayó de entre sus manos, estrellándose contra el suelo en mil pedazos. Ella cambió su tono de voz y se acercó a él blandiendo palabras de frustración y enfado, mientras se alejaba con paso firme hacia la cocina. Tras el estruendo solo elevó una leve sonrisa…después de quince años todavía seguía haciéndose las mismas preguntas que al comienzo aún cuando se quedaba absorto con aquellos ojos de los que dijo y decía que jamás se enamoraría.

Absorto tras el impacto, dejó que su mirada se fusionara con el líquido que se escurría entre los cristales rotos y que finalmente comenzaba a detenerse, encontrándose con un nuevo equilibrio.


miércoles, 2 de noviembre de 2011

Teatro vivo

El teatro de las vidas escondidas tras la piel,

miradas entre bastidores, no eran parte del papel

pero al subir el telón solo quedaba actuar

entre ojos expectantes, marionetas y la duda del gran final.




Sin Tiempo

Las últimas gotas de sudor de la noche caían sobre su rostro como lo hacían las manecillas del tiempo.
El espejo no arrancaba sonrisas y en la ducha solo había agua fría.
El murmullo de una promesa martilleaba su cabeza, una vaga idea que se convirtió en deseo.
Volvió a despertarse sin ser a tiempo. Volvía a ser tarde de nuevo