martes, 1 de febrero de 2011

Mariposas Monarca

Recorren kilómetros, miles de ellos. Su único objetivo es sobrevivir siguiendo sus instintos, al igual que cualquier ser vivo.
Tantas como nacen realizan el viaje de su vida, sin saber que será el único.
Miles de ellas cruzan el océano sin temor alguno, buscando el único camino que les llevará a la vida, aunque a muchas de ellas  las conduzca directamente hacia la muerte, una muerte segura, a la que miran a la cara antes de partir.
Son bellas, de una belleza incomparable, aunque esa belleza que las hace únicas a veces se acabe junto a ellas, al intentar superar su propia existencia.
La vida no las ha preparado para su viaje.
Son pequeñas, débiles, con las alas minúsculas y milimétricas, con apenas ocho centímetros de longitud; pero aún así intentarán año tras año, década tras década, sin ningún tipo de armas, derrotar al mundo y sus múltiples peligros, a los miedos de otros mucho más grandes que ellas y a lo más  irreparable para cualquier ser vivo.
Vuelan hacia el horizonte…hacia un futuro, que es demasiado grande para un ser tan pequeño como ellas.
Somos iguales.
Nos lanzamos constantemente al vacío. Nos agarramos constantemente a la vida sin pensar en sus consecuencias. Nos entregamos totalmente a sentimientos como el amor, la amistad o el odio sin saber que tienen  una magnitud desmesurada y  no somos conscientes de hasta que punto pueden llegar a destruirnos.
Nos abalanzamos sobre sentimientos que son demasiado grandes para ser soportados por un corazón tan pequeño como el nuestro.
No sabemos adonde vamos, al igual que las mariposas Monarca, que sin darse cuenta, siguen ciegamente sus instintos ignorando si estos les darán la vida o les conducirán directamente a la muerte, sin saber si sus capacidades se verán superadas por las adversidades y llegarán al final del camino antes de lo acordado.
Pero es su naturaleza. Es nuestra naturaleza.
No podemos vivir sin sentir, sin respirar sentimientos, sin andar por encima de la incertidumbre, sin querer alcanzar la felicidad aunque sea saltando por un precipicio, sin creer que somos muy diferentes del resto de los seres vivos porque nuestros sentimientos nos hacen únicos…nos hacen libres y a su vez nos encarcelan de por vida.

Día tras Día, volamos distraídos hacia la fatalidad, hacia lo inesperado, hacia el lugar donde viven los sueños rotos, las ilusiones sin dueño, donde los corazones mueren y las mariposas se marchitan, cayendo desde muy alto, desde un cielo que creyeron alcanzar...pero que nunca llegaron realmente a tocar.

Volando hacia lo incierto.

1 comentario:

JAVI dijo...

Una vez escuche una historia de una niña que le regalaron unos patines, dentro de una caja roja. Eran tan bonitos y relucientes que no los usaba para que no se mancharan, eso decía. Tal vez le daba miedo caerse y romperse un brazo. Todas las noches abría la caja los contemplaba y se imaginaba deslizándose con ellos.
Cuando llego a la edad adulta los patines seguían intactos dentro de su caja roja, nunca se los puso y ahora ya no le valían.
Se había perdido una experiencia inigualable, tal vez buena,tal vez mala. Nunca lo sabría.
Ella no voló como las mariposas monarca, eligió no volar y se perdió una parte de su vida irremplazable.